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Javier Gutiérrez: “La resaca del Goya apenas existió”

  • EDGAR MELCHOR / MARCOS MARTÍN
  • 2 mar 2017
  • 6 Min. de lectura

Javier Gutiérrez

“Prefiero quedar con mis amigos a tomar unas cervezas que hacerlo a través de Facebook”. A partir de ese momento, sabía que quien tenía al otro lado del teléfono era de los míos. Javier Gutiérrez Álvarez (Luanco, Asturias, 1971) es una persona con voz firme y seria, tanto que no parece corresponder a un actor que sabe sacar no pocas sonrisas, pero que sí parece tener como dueño a un ser aburrido de la mala situación actual que vive el país. Solo un tío como él puede bajar un premio Goya a lo terrenal, haciéndote creer que eso de la euforia desmedida y de la borrachera posterior que todos nos imaginamos sea... pues solamente eso, parte del guion. Y te lo acabas creyendo. Se despoja de su traje de José Luis en Los Serrano, de Sátur en Águila Roja, de Juan Robles (y su estatuilla) en La isla mínima y de tantos otros para enfundarse el más complicado para muchos, el de la vida que a cada uno nos tocó.

Asturiano de nacimiento, ferrolano de adopción, te marchaste con 18 años a Madrid… es una situación que suena muy actual.

Sí sí. Cada vez más, los jóvenes tienen que irse ya no solo de su ciudad, sino de su país a buscarse la vida afuera. Es una paradoja porque el momento en el que mejores jóvenes preparados tenemos, más se ven abocados a buscarse un futuro y una salida profesional fuera de su país. Es lamentable porque parece que no hemos avanzado absolutamente nada, no solo desde que yo me fui a Madrid, sino desde los años en los que había más emigración en nuestro país. Muchos españoles tuvieron que irse a Francia, Alemania, Suiza... parece que las cosas no han cambiado demasiado.

Las generaciones de hoy en día suelen buscar más el estrellato que esforzarse por hacer buen cine. Siendo sinceros, quedan pocos agradecidos y cercanos como tú.

No, no creo, no. Lo que pasa es que hay un componente romántico, idílico en mi caso. Nunca pensé en hacer televisión o cine, yo quería hacer teatro y soñaba con viajar, con hacer muchas giras, con conocer mundo gracias a las compañías de teatro. Sí es cierto que ahora veo que la gente que se acerca al mundo de la interpretación quizá no tiene ese componente tan romántico; no todos, eh, no se puede generalizar, pero entiendo, por lo que yo conozco, que hay un componente más de alcanzar la fama, la popularidad o de llegar a ser alguien conocido que realmente centrarse en el mundo de la interpretación, en ser actor.

Te imagino un tío muy alegre, muy cachondo con las personas con las que tienes confianza.

Sí sí. Soy un tipo que puede parecer serio, pero sí es cierto que en mi círculo más íntimo, en ambientes más privados, sí soy, creo ser, un tipo divertido. Es cierto también que, al ser un actor que se ha dedicado mucho a la comedia en el cine, en la tele, en el teatro, parece que tenga que ser una persona muy divertida. A veces, los actores más habituados a hacer comedia, en su vida normal, son tipos muy normales, incluso hasta serios. En mi caso, soy una persona normal. Desgraciadamente, no cuento muy bien los chistes (risas) y, cada vez que hay una fiesta, no soy el centro, paso casi desapercibido. Me reservo para el trabajo ese componente más divertido.

Vi que no tienes Facebook y, hasta hace poco, WhatsApp. Tardaste en caer en la trampa.

El WhatsApp lo tengo más por motivos profesionales porque me quedaba muy desligado de muchas tareas y, a la hora de quedar para ensayos o incluso a la hora de trabajar, es mucho más rápido y es una herramienta muy útil. Y en el caso de Facebook… las redes sociales son un arma de doble filo, nos ocupan demasiado tiempo, nos entretienen demasiado y, de momento, no he sucumbido al Facebook, y espero no hacerlo. Prefiero quedar con mis amigos a tomar unas cervezas o verme con la gente que hacerlo a través de Facebook.

En Twitter, sí estás activo.

Tampoco le presto demasiada atención, pero me aconsejaron desde varias productoras, cuando estrenaba pelis, que tuviese Twitter para darle más publicidad a los trabajos que hago. Básicamente, lo tengo como una herramienta profesional, aunque suelo utilizar Twitter para retuitear alguna noticia interesante. Más allá de eso, como te decía antes, no soy una persona que se prodigue mucho en las redes sociales.

El olivo es una de tus últimas películas. ¿Sobre qué árbol yace Javier Gutiérrez cuando necesita descansar?

(Risas) Un olivo no está mal, ¿no? Me parece un árbol poderoso, que puede dar buena sombra, y además, las zonas donde rodamos la película eran un lugar propicio para echarse una siesta debajo de un olivo.

¿De qué manera desconectas?

Tengo que aprender a desconectar porque últimamente estoy demasiado enganchado al trabajo. En una profesión como la nuestra, en la que hay un nivel de paro brutal, es muy complicado decir que no a proyectos. Soy un fiel creyente del trabajo y creo que la fórmula para que las cosas funcionen, en mi caso y en el de muchos compañeros que les va bien, es el trabajo, el trabajo y el trabajo. Trato de desconectar con la lectura, viajando y, sobre todo, preparando próximos proyectos, que también es una forma de descansar.

De todas las actrices y actores que admiras, o con los que has trabajado, ¿cuál consideras que tiene más chispa?

Uf (silencio). Hay muchos. Ahora mismo, estoy haciendo una gira con el Teatro del Barrio que se llama El Rey, y hay tres actores que tienen muchísima chispa: Luis Bermejo, Alberto San Juan y Willy Toledo. Son tres actores prodigiosos y muy divertidos cuando tienen que hacer comedia; y, cuando hacen drama, también son unos actores excepcionales. Uno de mis primeros trabajos en televisión fue Los Serrano, y recuerdo que me lo pasaba muy bien porque había actores con muchísimo humor, muy divertidos, desde Antonio Resines a Bonilla, MoleroLos Serrano fue una etapa con muchísima chispa en mi trayectoria profesional.

En la película El desconocido, interpretas a un desahuciado al que la banca 'le quita la vida', incluso a su mujer, y parece que acaba siendo el malo. ¿Crees justificable esa venganza?

No es el malo, es una persona desesperada, lo que pasa es que está contado a medias. El guion era diferente a como quedó la película porque, realmente, las películas se cocinan en la sala de montaje; muchas veces son muy diferentes a como están escritas en el guion. Considero que es una víctima, un estafado más de la crisis, de las preferentes y de este sistema tan corrupto que nos ha tocado vivir en este momento. Pero sí es cierto que tiene una lectura que puede llevar a la equivocación y puede parecer un enajenado el personaje que interpreto. ¿Que está justificado? No, yo no justifico jamás la violencia. Creo que se puede llegar al entendimiento a través del diálogo y de las buenas formas sin llegar a la violencia y, mucho menos, sin matar a nadie.

¿Por qué siempre se suele encasillar en una ideología de izquierdas a las personas que trabajáis en el sector del cine?

No, hay de todo y nos entendemos perfectamente. Creo que es una cuestión de los medios de comunicación, de intoxicar. He trabajado con productores de derechas y con directores de una ideología diferente a la mía y no tener ningún tipo de problema. Hombre, si hablas de política, como si hablas de fútbol o de cualquier otro ámbito de la vida, y no estás de acuerdo, puede surgir algún roce, pero me tengo entendido perfectamente con todos, no hemos llegado a las manos.

¿Cómo es eso de que el cine español está politizado?

Es que todo es política, ¿no? La política nos incumbe a todos, no entiendo a la gente que no vota y que cree que no es importante su voto. El voto es una herramienta fundamental en la vida de cada uno porque tú decides quién quieres que te gobierne y cómo te gobierne según los programas de cada partido político. Entonces, no solo el cine, absolutamente todo está politizado en la vida. La vida es política.

No te acaban de convencer los musicales, ¿viste La La Land?

No, quiero verla. Me llama muchísimo la atención. No es que no me guste el musical, me cuesta, como me cuesta el género de terror también, pero he hecho pelis de terror y me lo he pasado muy bien. He hecho musicales también, como ¡Ay, Carmela!, con Inma Cuesta, dirigido por Andrés Lima, que tuvo muchísimo éxito en Madrid. Esto no quiere decir que me he cerrado a ese género, y, de hecho, tengo pendiente algún musical aquí en Madrid.

¿Cuánto dura la resaca de ganar un Goya?

Es cierto que hay mucha entrevista y hay mucho interés mediático después de ganar un Goya, pero realmente uno se da cuenta de eso cuando ha pasado ya un tiempo. En mi caso, no acabé de disfrutarlo ni al día siguiente ni a las semanas siguientes. Luego, sí te das cuenta, y cuando lo ves de vez en cuando en una estantería en el salón, sí eres consciente de que es un gran premio con el que uno alcanza prestigio y, sobre todo, que es una distinción que hacen los académicos compañeros de un trabajo puntual de los actores en mi caso… La resaca apenas existió porque me di cuenta de lo que significaba mucho más tarde.

Una película.

Milagro en Milán, de Vittorio de Sica.

Un libro.

Escoria, de Irvine Welsh.

Una canción.

(Silencio) Mi vida, de Manu Chao.


 
 
 

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