Defreds: “Seguro que vendería más si no estuviera en la sección de poesía”
- MARCOS MARTÍN / EDGAR MELCHOR
- 11 ene 2018
- 13 Min. de lectura

A José Ángel Gómez, más conocido como Defreds, le tienen mucha envidia. “Gente que escribe libros que no compra nadie”, dice. Celos de alguien que bien vive haciendo lo que gusta, y no es poesía. “No voy de poeta, no me gusta que me lo digan, son muy pesados”, repite, cansado, constantemente. Le da igual si es bueno o malo, lo que escribe son sus vivencias, nada más. A veces, saca a pasear el ego en sus respuestas, pero ¿quién no lo tendría habiendo vendido más de 300.000 ejemplares en menos de tres años? Palabras mayores. Su historia podría ser la de un chico con muchos seguidores -alrededor de 900.000 en redes sociales- al que le han publicado cuatro libros. Tras poner fin a su relación con la editorial Frida, y su paso por Espasa, el quinto puede llegar autopublicado, confiesa seriamente a servidor. A micro abierto, prefiere no hablar de su pasado, aunque sí te puedo contar que ahora, ha dejado a un lado las gafas y todavía ve algo borroso, ha sido padre, pero conserva su tupé engominado y el acento gallego porque sigue viviendo en Vigo, su ciudad natal. Y así lo seguirá haciendo. Todo.
Tú has hecho el camino contrario a lo que parece va encaminada la sociedad. De la red al papel, que tiene más valor a pesar de todo. Paradójico.
Leer un libro en papel y en internet no tiene nada que ver. Los libros en papel tienen algo de especial, sobre todo los míos, porque son cortitos, que gusta tenerlos. No pasa lo mismo con la música. El papel no se va a perder nunca. Tuve la suerte de empezar en internet, pero no es comparable.
En tus libros, recoges parte de lo que escribes en internet y lo complementas con textos nuevos.
Cada vez hago los libros más inéditos. El primero es prácticamente un recopilatorio, pero me gusta que haya un poquito de mezcla. Ahora, soy más exigente con las cosas que hago. Me gusta sorprender. A la gente le gusta leer cosas nuevas, obviamente.
Antes de publicarlo en internet y en los libros, ¿dónde escribías lo que ahora leen miles de personas?
Siempre me ha gustado escribir en libretas. Para mi último libro todavía he escrito un montón de cosas en libreta y luego las he pasado a ordenador. Los primeros libros me gustaba escribirlos en casa de mis padres, ahora ya en la mía, donde vivo con mi novia, y tengo otros rincones. Pillo ideas en cualquier momento. En el bloc de notas del móvil, por ejemplo. No tengo horarios. Al principio, me pasaba de tener ideas, no anotarlas y olvidarlas. Eso no me gusta que me pase ya.
Porque ¿a qué te dedicabas antes de vivir de tus textos?
No suelo hablar mucho de esto. Tenía mi vida normal, mi trabajo normal. Llegó un punto en el que tuve que decidir si me la jugaba con esto y me lo tomaba en serio. Decidí jugármela. Estoy contento con la decisión. Nunca se sabe lo que pasará, pero de momento he acertado.
¿Qué te hizo pensar que podría ir bien?
Los datos. Y la corazonada. El éxito de mis libros se debe a que creo mucho en ellos. Creo en lo que pueden hacer sentir a la gente. No creo que sea casual. Hay muchos autores que escriben parecido. Hay que saber llegar de alguna manera. La gente me siente cercano, lo he notado desde el principio. En las firmas de libros, el 80% de la gente trae los cuatro. Es una pasada.
La primera vez que escribiste una frase en Twitter fue una noche lluviosa en soledad. Muy 'gallego'.
Sí, totalmente gallego y real. Confieso, y lo digo siempre, que me abrí Twitter para comentar partidos del Celta, para postear canciones... Es más, muchos me preguntan ¿por qué Defreds? Es un nick que me inventé con mi hermano al azar. La gente me escribe pidiéndome opinión sobre nombres comerciales con los que publicar. Yo creo que es más casual.
Pero Defreds suena a comercial.
En ese momento no lo era, no era más que un nick. Si llego a saber que pasaría esto, no lo hubiera puesto. Hubiese elegido otro.
¿Tus lectores se dirigen a ti por José o por Defreds?
Hay de todo, pero escucho mucho más lo de Defreds. Incluso cuando estoy en la calle y escucho los murmullos. Me acostumbro, aunque me gusta más que me llamen José. Es normal.
“Respeto que no te guste lo que escribo, pero no digas que escribo poesía. Son mis cosas, nada más”. Es tu biografía en Twitter. Parece un discurso muy defensivo. Como que te excusas por algo.
Puede sonar así si no conoces lo que sucede. Estoy cansado de que mis libros estén en la sección de poesía, que la gente me diga que voy de poeta. No voy de poeta. La poesía no es mi género favorito. No lo leo demasiado. No me llama tanto como otros géneros. La gente inventa. Que si escribo libros de poesía que no son poesía. No. Pero no es mi culpa ni lo decido yo. La gente es muy pesada. No me gusta que me lo digan.
Pero los libreros te etiquetan como 'poesía contemporánea' o 'neopoesía'. Frida -ahora, Mueve tu lengua-, fundada por Diego Ojeda, con quien publicaste tres libros, y Espasa, también. Se lo debes, en parte, todo lo que te está sucediendo.
Sí, bueno, últimamente Diego ha dicho que publica más géneros aparte de poesía. Pero vuelvo a lo mismo. Tengo que tragar un montón con eso y yo nunca dije “voy a escribir un libro de poesía” o “publicadme este libro de poesía”. Yo no decido si pone 'prosa poética' o si pone 'poesía'. Está fuera de mi alcance. En Espasa, me dijeron que tenía que ir en la colección de 'Espasa es poesía'. Yo no quería. Estoy seguro de que vendería todavía más libros si no estuviera en la sección de poesía. Por lo menos, vendería los mismos. La gente no va a la sección de poesía a encontrarme. La gente que quiere un libro mío me busca directamente. Da igual en qué estante esté. Por mí, los quitaría de la sección de poesía y no lo notaría. Entiendo que lo quieren agrupar, que quieren hacer un grupito poético que vende mucho, pero yo voy por libre. No suelo hacer recitales. No me gustan ese tipo de actos. No me va ese rollo.

¿Cómo te sientan las críticas?
Las constructivas, si tuviera más de una al año, las encajaría bien. Pero no hay apenas. Recibo mucho odio, mucha envidia. Las cosas malas son muy repetitivas. La misma gente todo el rato. Gente que tiene libros que no compra nadie. Hay personas que creen que mis libros les quitan espacio a otros en las librerías. No no no. Olvídate. Esos libros se venderían igual o incluso menos si no estuvieran los míos. Hay mucha gente que no leía nada de poesía, que leyó mis libros y después fue a comprar a Neruda. Más que perjudicar, les beneficia. ¿Quién visitaba esa sección antes? Queda muy guay decir que la poesía tiene muchísimos seguidores.
Pero no es así.
No es así. Les beneficia. Hay gente que ha dicho “este libro está al lado de este, voy a curiosearlo”. Estoy seguro al cien por cien.
Has dicho que tus letras han ayudado a gente enferma o que ha perdido a un ser querido.
Es lo que más me mola de mis libros, el poder tener contacto directo con los lectores, que me escriban. Me han contado cosas muy personales, impactantes. Me contacta gente con problemas psiquiátricos, con cáncer, que está sola, que ha perdido a un familiar. Eso es lo mejor. Solo por un mensaje de este tipo está todo pagado.
¿Está mal visto en la sociedad que un hombre sea sensible?
Me da igual. Se piensa que si un hombre es sensible, es inventado, que lo hace para quedar bien. Yo creo que no. Hay gente que es más sensible. Mis textos no son forzados ni exagerados, pero cuando escribes un sentimiento tiendes a intentar plasmarlo en su máxima esencia. Me reconozco en el 90% de mis textos, sobre todo en los de los dos primeros libros. En los dos últimos, también, pero he incorporado algún tema más social que me han recomendado. Sé por qué los escribí, sé de quién hablo, sé qué sucedió. No serán los mejores, serán simples, pero me reconozco.
Frida, la primera editorial con la que publicaste, se puso en contacto contigo.
Sí. Es un buen pensamiento creer que si tienes muchos seguidores, te publican un libro, pero no funciona siempre. Hay gente que tiene muchos más seguidores que yo y no vende libros. Me contactó Diego Ojeda por Twitter en el 2014 cuando tenía siete mil seguidores. No tenía Instagram, no tenía página de Facebook. Él me dijo “tengo una minieditorial, veo algo especial en lo que escribes, creo que a la gente le puede gustar y te ofrezco la oportunidad de sacar una pequeña tirada de 1.000 ejemplares”. No tenían muchos recursos, era verdad. La editorial era minúscula, no tenía empleados. El libro salió en mayo de 2015 y la primera tirada se agotó rapidísimo. En el fondo, estoy contento de que la editorial haya crecido en parte gracias a mí. Casi sin querer sigue siendo el libro más vendido de la editorial.
¿Cómo fue el cambio de Frida a Espasa?
Después del primer libro, ya tuve ofertas de todas, porque vendió muchísimo sin promoción ninguna.
De todas... ¿de cuáles?
De todos los grupos editoriales grandes, de Penguin Random House, Espasa... y alguna pequeña también. En ese momento, valoré que alguien confiase en mí cuando nadie confiaba y me prometí a mí mismo y a Diego Ojeda que los dos siguientes se los firmaba a él. No porque le debiera nada, al revés, le ayudé a crecer y a ganar dinero.
Seguro que las otras editoriales te ofrecían más dinero.
Sí sí.
¿Crees que esas editoriales te llamaron por tus ventas o por lo que habías escrito?
Por mis ventas.
Eres consciente de ello.
Sí, por supuesto. En ese momento, sentí que le devolvía el favor, se lo merecía, era lo justo. Diego será mejor o peor, pero no voy a negar que él me publicó un libro. Sin eso, no tendría nada. Renové por dos libros y encantado de tenerlos con él.
¿Cómo defines tu escritura? No hay nada retorcido ni complicado.
Es una narrativa corta, breve. Más que textos, son vivencias reales. Sí, son simples y poco retorcidos, pero es tal cual lo que he vivido yo.
Te leen en Israel y Camerún. Son pensamientos universales.
Desde Israel, me han escrito dos o tres personas, una la puse en uno de los libros, porque me impactó, me dijo que aprendió español con mis libros. Le dije que en el próximo lo pondría y se lo enviaría. Así fue. Desde Irak, la India...
Eres muy cercano a tus seguidores.
Puedo llegar a pecar de 'tonto'. Hay veces que me escriben diciendo “soy una madre, le quería regalar a mi hija uno de tus libros, pero la situación económica en casa es mala”. A lo mejor, me está mintiendo, pero me da igual mandarle un libro y que esté contenta su hija.
¿No te da pudor que lo que tú vives y sientes lo sepa tanta gente? A pesar de que le debes a ello la vida que ahora tienes.
En el fondo, muchos detalles de esos textos solo los entiendo yo. Por mucho que sean generalizados, tienen detalles propios. Me he acostumbrado y si ayudan a otras personas, no es nada malo compartir tus vivencias.
¿Y desde que eres padre?
En mi último libro, ya escribí algo para mi hija sin que hubiera nacido. Todavía no me he sentado a escribir sobre ella, pero me va a dar muchas cosas diferentes. Voy a vivir muchas situaciones que las voy a querer plasmar. Seguro que me da vida.
Cuando tomas notas o te sientas a escribir, ¿te desahogas?
Aún a día de hoy, releo cosas y me siento aliviado de haberlas vivido y haber aprendido de ellas. Escribir es una de las cosas que más sana. He tenido épocas de sentarme a escribir, exponer qué me pasa y tomar decisiones en mi vida.
¿No te ha hecho daño alguna vez?
Hay algunos textos que son para toda la vida, se quedan ahí como espinas. También hay textos que con el paso del tiempo no hubiera escrito o publicado. Pero no hay que arrepentirse de lo que haces. De mi primer libro, veo cosas muy mejorables, pero a la gente le gusta y lo sigue comprando. Yo le tengo cierta manía.
Los autores casi siempre reniegan de sus primeras obras.
No es que reniegue, porque me ha dado mucho, pero sí es cierto que a día de hoy hubiese quitado algún texto. Hay que tener en cuenta también que era un novato, no sabía cómo funcionaba el mundo editorial ni el alcance que iba a tener.

Te viste en una especie de nube.
No exactamente. Fue un proceso. El libro pasó de estar en 500 casas a estar en 100.000. Imagínate ese cambio. Es una responsabilidad. A lo mejor, lo han leído medio millón de personas. Si alguien ha leído ese y los siguientes, nota el cambio como yo. Si tengo que recomendar libros míos, siempre los últimos y no el primero.
Tus textos conectan principalmente con un público en concreto: chicas de entre 17 y 27 años.
Más o menos, pero es cierto que está creciendo, cada vez hay más chicos y personas más mayores. A una firma de libros te hace más ilusión ir si tienes 17 que treinta y pico, que puede que te guste mi libro, pero pasas de hacer una cola.
Hay vergüenza en ese sentido.
Sí, pero no por mi libro, sino con cualquiera en general, aunque con los últimos que he publicado sí que noto un cambio de edad. El boca a boca funciona en todos los sentidos.
¿Cuando escribes lo haces pensando en el sector más joven de la sociedad?
No, escribo lo que me sale.
Es curioso como conectas con ellos porque tú ya no eres un adolescente.
Pero lo he sido. Hay textos que he escrito hace ocho años y ya no era un adolescente, pero tampoco era lo que soy ahora. He tenido vivencias, he sido monitor de tiempo libre, conoces a los chavales, eso también influye. Pero te digo que la media de edad está subiendo y lectores de menos de 17 años, muy pocos. Ahora, son más universitarios, veinteañeros.
Después de todo el éxito, lo que escribes sigue siendo tuyo, es decir, te pertenece, o ha ocurrido alguna vez que te hayas desatado a escribir lo que los demás querían leer.
Si he tocado algún tema, es porque alguien me ha escrito y me ha pedido que si me salía algo, lo escribiera. Una chica me escribió una noche diciéndome que tenía una relación, en la que era muy feliz, con otra chica, pero que lo pasaba mal en la calle por las miradas de la gente. Me hizo clic en el cerebro y escribí sobre ello. No lo hice para que a la gente le gustara, creía que era un tema a tocar y me agradó que alguien me lo pidiera. Y eso me ha pasado con algún otro tema, como la anorexia. Cuando alguien te lo cuenta y te 'toca' es como que lo sientes cercano. No considero que sea un texto inventado porque te lo está contando alguien.
Casi sin querer lleva vendidos 110.000 ejemplares; Cuando abras el paracaídas, 65.000; 1.775 calles, 50.000 en total, pero en el primer mes vendió más de la mitad que el último libro de Juan José Millás en todo un año. No son solo números, es síntoma de que algo está cambiando.
Es un orgullo. Si tengo una virtud, es que disfruto muchísimo, tanto como el primer día, como un enano. Cuando te vayas de esta entrevista, seguramente pienses diferente sobre mí. Notarás que lo disfruto, y no solo por las cifras. Me lo paso pipa.
Vendes más que autores premiados nacional e internacionalmente. Son palabras mayores.
En España, son palabras mayores vender más de 5.000 libros. Es muy difícil. Hay muy pocos. Es alucinante ver los pocos libros que se venden bien. Me considero un afortunado, pero también trabajo duro. Estoy siempre a pie de cañón, con la gente. Abro Instagram y veo 200 mensajes privados nuevos.
¿Y los lees?
Sí, y los contesto, con un “gracias” o una carita. Me apetece un cojón, pero sé que la gente lo agradece. No quiero cambiar. Antes, recibía dos, y ahora, recibo 200. Me ocupa tiempo, pero es mi trabajo.
Se sorprenden.
Hay gente que no cree que eres tú.

¿Cómo te sienta saber que para tanta gente eres como un personaje casi mitológico?
Es raro. La gente quiere más que leer tu novela o tu libro. La gente quiere saber por qué la has escrito, en qué te has basado, quién eres tú. Un “gracias” o una carita no cuesta nada. Cuando son 200, sí, pero es lo que hay.
Lo siguiente es una novela. Se habla que para este 2018.
En el último libro, he escrito una mininovela, como diez páginas, para continuar en el siguiente libro. No sé cuándo habrá una novela. Tengo que estar preparado. No quiero que me ayuden ni que me la escriban. Quiero escribirla yo, sea mejor o peor.
¿Tienes algo ya?
(Gesto de complicidad) Tengo ideas. Primero, quiero acabar esta mininovela que he empezado, que en el siguiente libro puede que la zanje ya. Sí que me haría ilusión, pero también tengo otros proyectos. Me gustaría escribir un cuento infantil a mi hija, que lo tenga de recuerdo para siempre. Estoy en un punto en el que puedo decidir si quiero hacer algo o no quiero hacerlo.
¿Cómo llevas ese primer libro en gallego?
Tengo la idea desde hace mucho tiempo de que Casi sin querer salga en gallego. No depende de mí porque no tengo los derechos. La propuesta está ahí, pero no sé para cuándo. Por mí, saldría en 2018. Me haría muchísima ilusión. Creo que tendría éxito. Para el próximo libro, tengo la idea de escribir un texto en gallego para la edición general. Seguramente, solo lo entiendan al cien por cien los gallegos, pero me apetece.
¿Contactaste con alguna editorial en Galicia?
No. Sí hubo contactos con una traductora de gallego muy buena que se iba a hacer cargo.
Una serie.
Me gustó mucho Breaking bad y Perdidos. Me gusta verlas cuando han acabado y no tengo que esperar.
Una película.
La milla verde, posiblemente, es mi favorita.
¿Qué te gusta leer?
Novelas, sobre todo de intriga y miedo. Si escribo, es porque mi madre, cuando era pequeño, me traía un montón del Círculo de lectores. Me inculcó mucho leer. Tengo muchos recuerdos.
¿Cuáles son tus autores de cabecera?
No tengo. Cuando era pequeño, me gustaba mucho Stephen King, de hecho, tengo una colección enorme. Me gusta ir a librerías, curiosear y si me gusta un libro, comprármelo, me da igual quién lo haya escrito. Aprovecho para animar a que la gente lea. Hay gente que no lee porque no ha encontrado algo que le motive. Hay que encontrar lo que te gusta.
Una canción.
Cuando era pequeño, mi madre me enseñó a Hombres G, tengo una colección de vinilos, de recortes de prensa... ahora, no los escucho tanto.
No me imagino escribir escuchando a Hombres G.
Una vez escuché a David Summers decir que sus canciones son pequeñas películas. Yo siempre he pensado que si hago textos así de sencillos, en el fondo, es porque de pequeño escuché esas canciones que a muchísima gente le gustaban, que parecen fáciles, pero no lo son. Una canción que perdure treinta años y se siga escuchando es muy complicado. Si algo me gustaría de mis libros, es que pasaran diez años y que la gente se siguiese sintiendo identificada con ellos. Creo que va a suceder.
Fotos: Adrián Viéitez
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