Alba Lago: “¿Si no hablas de política, no eres periodista, o qué pasa?”
- EDGAR MELCHOR / MARCOS MARTÍN
- 8 dic 2016
- 10 Min. de lectura

Risas, muchas risas, y, “se chove, que chova”. Su primera frase sirvió de antesala de lo que iba a ser una auténtica charla de más de veinte minutos. El Tiempo de Telecinco dura mucho menos, sobre dos minutos. Ciento veinte segundos a los que Alba Lago Díaz (Vigo, 1985) se tiene que aferrar para que los que estemos en casa podamos entender eso de "los frentes", "las borrascas" y "los anticiclones". Un verdadero juego de tiempos. En un mapa meteorológico, Alba sería una “ciclogénesis explosiva”... ¡y tanto! Un buen día, decidió emigrar a Londres, donde se empapó de experiencias trabajando no precisamente de comunicadora. Pero, no hay mal que por bien no venga, y la ciudad del Támesis sembró en su imaginación una novela: Andrea contra pronóstico. Otro buen día, una llamada hizo que tuviese que poner punto final a su etapa en la city... Hablando de llamadas, nosotros también levantamos el teléfono para hablar con ella, y nos dijo cosas, muchas cosas interesantes...
¿Se puede decir que en la vida de Alba Lago brilla el sol?
Sí, claro que sí, siempre. Aunque 'se chove, que chova, que sempre escampa' ['si llueve, que llueva, que siempre escampa'].
Dijiste en una entrevista que pasaste poco por la facultad porque trabajabas a la vez que estudiabas. ¿Se aprende lo suficiente dentro de las facultades?
Precisamente estaba hablando con una de las niñas que trabaja conmigo en la radio, con Yaiza, de 24 años, recién salida de la facultad de Periodismo. Decía que en la facultad no se han adaptado a los nuevos tiempos y a los cambios en el mundo del periodismo y de la comunicación, que se aprende bastante teoría, pero no la suficiente práctica. Al final, son las tablas, el curro y el día a día, la inmediatez que requiere el periodismo actual, sobre todo, lo que te curte y te da un poco de solvencia para afrontar determinadas circunstancias. Hay que adaptarse. En mi caso, yo estudié Publicidad y Relaciones Públicas, pero empecé a ejercer como periodista desde primero de carrera en Televisión de Galicia. Sí es cierto que teníamos prácticas en segundo y en tercero, por ejemplo de NewsCutter, de Avid, de Photoshop, cómo editar un vídeo, etcétera. Pero, realmente, hasta que tú estás currando y estás todos los días con ello, no aprendes, y en la redacción es un poco lo mismo. Y luego que tienes que caerte, te las tienes que ver en algún dilema, incluso moral, o en algún problema a nivel producción para reaccionar y para aprender un poco de las meteduras de pata.
¿Qué le aconsejarías a un joven que acaba de terminar sus estudios en España y no encuentra trabajo, lo que hizo Andrea, la protagonista de tu novela Andrea contra pronóstico?
Obviamente yo entiendo que todo el mundo se quiere quedar aquí, pero creo que vuestra generación [servidor nacido en el 95] tiene bastante asumido que lo mejor es irse, aprovechar, enriquecerse de todo lo que pueda aportar una estancia en el extranjero, porque abre muchísimo los ojos, empatizas mucho más con la gente... Está guay estar en contacto con medios internacionales en el caso del periodismo, pero, en general, también saber cómo se trabaja fuera. Mi consejo... no soy quién para dar consejos, que también soy bastante volátil, pero que no se haga un drama de la emigración actual, entre comillas, de esta fuga de cerebros.
En Londres, llegaste a trabajar en tiendas de comida rápida, como modelo de cortes de pelo, de azafata...
En Londres, trabajé de todo. Tú date de cuenta que yo ya llevaba, cuando me fui a Londres, cuatro años en tele haciendo pantalla, cinco en redacción, y fui a Londres y doblé ropa en tienda, estuve sirviendo comida rápida en una de las míticas cadenas de allí, como modelo de corte de pelo porque allí era muy mítico que te parasen y te dijesen: “Oye, quiero sacarte unas fotos”... imagínate. Una ciudad tan prohibitiva, y yo con veintipocos... pues dije: “Claro, cortadme el pelo y hacedme el haraquiri si queréis”.
Tuvo que aportarte aire fresco el irte al extranjero, cambiar tu personalidad...
Yo creo que maduras porque sales de tu zona de confort y estás muy lejos de tu círculo de apoyo. Tienes que sacarte las castañas del fuego tú sola, afrontar cierta soledad, entre comillas, ya que es diferente a cuando estás en familia o en la ciudad en la que naciste. Luego el idioma, y otra cultura bastante distinta, a pesar de que no lo tuviésemos asumido, ahora ya un poquito más por el tema del Brexit, nos hemos dado cuenta que Inglaterra es aparte, pero es que es así. Además, es una cultura que tiene un puntito soberbio, por encima del bien y del mal... te hace empatizar sobre todo, descubres a la gente.
Estando en Londres, te llega la noticia de que vas a trabajar en la redacción de los informativos de Telecinco.
[Cuando vuelvo] compagino informativos [de Telecinco] con otros programas, entre ellos Fabricando made in Spain, de Televisión Española, y creo que también una temporada, que fueron como 6 meses, con Xosé Antonio Touriñán y Marcos Pereiro en Tourilandia, de Televisión de Galicia.
Cuándo te dicen que vas a ser la chica del tiempo, ¿cómo te preparas para ello?
En el equipo somos cinco personas, y dos de ellas son físicas, meteorólogas, que son Rosalía Fernández y Rosemary Alker. Entonces, después de la lectura de mapas y el pronóstico que ellas hacen, nos lo transmiten a nosotras, es como si te dan el bruto, y tú posteriormente pules, filtras la información para que el mensaje llegue claro, directo, preciso y conciso al telespectador.
En el ascensor, ¿los vecinos también te preguntan por el tiempo?
Claro, lo que pasa es yo les empiezo a decir: “La verdad es que está lloviendo, pero esto es debido a un profunda borrasca que se sitúa en el Atlántico norte, por tanto, el descenso térmico será ajustado en tal tal...”, entonces una de dos, o se dan cuenta de quién soy en ese momento y se ponen a reír o dicen: “Se le vala ollaaaa..., debe de tener gatos en casa y el síndrome de Diógenes” (risas). Pero no me preguntan mucho, yo creo que la gente, de todas formas, no me asocia solo con el tiempo, y, de hecho, se olvidan... me dicen: “Dicen que va a llover”, y yo: “Claro, si te lo dije yo”.
¿Con qué fenómeno meteorológico te identificas más?
Con las lluvias sobre todo, con el mar, fuerte marejada. Con los frentes, con las borrascas... al final, soy gallega, con lo cual... aunque ahora con el cambio climático tenemos unas temperaturas muy agradables y llueve menos.
¿Estás de acuerdo si te digo que, en la tele, se sigue buscando, por desgracia, el prototipo de “chica florero”, como tú misma dijiste sobre tu estancia en Marca TV?
No, yo creo que ya no. Obviamente, en la tele, y lo sigo defendiendo y lo defenderé siempre, lo que se busca es la telegenia, que es esa empatía a través de la imagen, y siempre ha sido así. La persona que se pone delante del televisor actualmente tiene un mensaje que transmitir y prima la manera de comunicarlo. También es cierto que, obviamente, yo no voy a salir en la tele como salgo de casa a las ocho de la mañana, me tienen que maquillar, vestir... yo no voy en tacones por la calle, pero es que de eso se trata. Es un medio visual, con lo cual la imagen ha de ser lo más agradable posible. Te digo yo que no te gustaría nada ver mi grano que me acaba de salir... ¡Gracias al departamento de maquillaje! (risas).
¿Podemos decir, entonces, que en los medios no hay diferenciación de género?
Creo que cada vez menos, de verdad. Los programas de entretenimiento tienen su perfil de gente, pero si te refieres a chicas del tiempo... no sé, está mal a lo mejor que lo diga yo, pero el mensaje que nosotras transmitimos está estudiado previamente y no damos esa imagen [de “chica florero”] en absoluto, yo no me siento así.
Te suelen catalogar como periodista, ¿te sientes como tal?
Sí, me gusta sentirme periodista. Obviamente, publicista no me siento, porque a pesar de tener el título de Publicidad y Relaciones Públicas, nunca he ejercido como publicista. Me gusta más el término “comunicadora” quizás, porque, al final, he tenido la gran suerte de poder haber tocado distintos sectores, distintos palos del periodismo, desde deportes, pasando por entretenimiento... porque hay entretenimiento periodístico también, por mucho que no se dé cuenta la gente de las facultades, hasta informativos. Que luego te pueden echar en cara que no tienes el título de Periodismo... pues llámale 'x', llámale “comunicadora'', lo que quieras, pero probablemente, he sido más periodista, de momento, que la gente que tenga título. No estoy atacando a nadie con esto, ni mucho menos, pero luego empiezan a hablar de intrusismo, etcétera. Lo hablo con un montón de compañeros aquí que se dedican a redes, que se dedican a otro tipo de periodismo quizás más social o de crónica social, o cultura... y parece que tienes que estar hablando de política hoy en día para decir que eres periodista. ¿Si no hablas de política no eres periodista, o qué pasa?
También es cierto que el periodismo es algo vocacional.
Claro, ¿si no hablas de política o cubres un conflicto internacional, ya no eres periodista? Yo creo que ahí se está cayendo en un error.
Quizás se relaciona con lo que decías antes de que las facultades se están quedando ancladas.
Tú sales ahora de la facultad y vas a buscar curro. ¿Que te apetece trabajar en informativos, o en El País, en El Mundo, o en algún periódico 'serio'? Serio entre comillas, porque tampoco son tan serios, porque tú ves la portada de El Mundo de hoy y también sacan que se le ven las bragas a Fulanita en los Grammy latinos. Claro que sí, pero hay que ser conscientes de dónde estamos y para lo que estamos. Al final se trata de trabajar de lo que te gusta y adaptarte.
Todo el mundo habla de la profesión como una carrera de fondo.
Sí, sí. El periodismo, antes de la crisis, era de las carreras más inestables. Es profundamente vocacional, te tiene que gustar mucho estar al día, y no descansas, renuevas conocimientos constantemente, tienes que estar al quite de todo. Es cierto también que pienso que en los medios de comunicación, o eres especialista en una determinada sección o sector, o sabes mucho de todo, pero muy poco de nada en concreto. A nivel global, controlas todo, pero luego, o profundizas y te metes en deportes y eres periodista deportivo, o periodista especializado en economía... o sabes de todo, pero no concretamente. No profundizas como sí haría un ingeniero de telecomunicaciones, tú no, tú tienes que saber un poco de todo para salir adelante y luego en función de lo que te vaya marcando la vida, pues te especializas en una cosa o en otra.
¿Qué te gustaría hacer en un futuro en el mundo de la comunicación?
No pienso en el futuro, yo vivo mucho el presente. Precisamente, a colación de que es una carrera muy inestable, tienes que estar preparado en todo momento para lo que va a venir. Yo estoy preparada para lo que me ofrezcan y eso es todo lo que puedo aportar de momento porque si tuviese que pensar en futuro, probablemente me lleve chascos, y ya no estamos para dramas, que ya hay muchos.
Practicas boxeo para relajarte según tengo leído.
Sí, soy muy vaga en general y es lo único que me levanta del sofá.
Pero ¿le das a un saco?
No, se llama White Collar Boxing. Al parecer, surgió en los años 50 en Nueva York para todos aquellos ejecutivos que se quitaban la corbata y que se subían al cuadrilátero para descargar toda esa tensión que tenían acumulada de las multinacionales y demás. Se ha importado aquí hace relativamente poco y hay un club especializado, entonces yo lo que hago es el entrenamiento del boxeador, no me pego, eh, le pego al saco. Imagina si me parten la nariz... me quedo sin carrera ya (risas). Hacemos combat, guantes, saco... te enseñan a hacer sombra, técnica, movimientos... Es lo único que me motiva, y lo guay de todo esto es que durante toda esa hora, como te están dando órdenes, no piensas en otra cosa, entonces ya mato dos pájaros de un tiro: desconecto durante una hora y canalizo toda esa energía sobrante que si no lo hiciese de esta manera, probablemente se convertiría en algo más oscuro (risas).
¿A qué político le darías 'un buen golpe'?
No me puedo mojar (risas). Le pegaría a muchos en general. Eso sí, yo creo que todos una pequeña colleja se merecen.
¿Cómo ves al Celta para esta temporada?
Pues... a ver qué pasa. Veo que Aspas es mucho Aspas, 'é moito' [es mucho]. Esperemos que nos dé muchas alegrías. [El Celta] Es inestable, como la vida, como la carrera de periodismo, tú sabes, nosotros, cambiantes, como el tiempo. Hay que apoyarlos, simplemente, yo creo que se motivan, cuanto más estemos ahí, más alegrías nos darán.
Una película.
Una peli... también... me estás pillando en todas. Me gustan muchísimas. Me gustó mucho la de Tarde para la ira, de Raúl Arévalo. Pero, si hay que decir una peli que me pueda llegar a flipar, Pulp Fiction.
Un libro, sin ser el tuyo (risas).
¿Digo el mío? (risas) No, no, quedaría muy mal (risas). Uno de los que más me ha tocado recientemente es Kafka en la orilla, de Murakami. Y me acabo de leer De qué hablamos cuando hablamos de amor, que es un libro de relatos de Raymond Carver. Y recomiendo que te leas el mío (Andrea contra pronóstico), aunque creo que es un poco más de chicas.
¿Por qué debería leerlo?
Lo que le da poso y peso al libro es el tema de la emigración, que, como gallegos, nos sentimos más identificados con eso. Hace una especie de paralelismo entre la historia del abuelo de la protagonista, que se tiene que ir en los años 50 a Argentina, y la historia actual de la protagonista, cualquiera de nosotros, que nos hemos tenido que pirar, en este caso la niña se va a Londres. Entonces, a raíz de eso, surgen una serie de historias de amor, pasión, drama, tragedia, etcétera... es entretenido.
Una canción.
¿Canción? Tú sabes que a mí me apasiona la música, o sea, es supercomplicado ahora mismo. ¿Sabes qué pasa? Que va por rachas. Durante un año entero tuve el disco negro de The xx sonando en mi casa; ahí atrás, Novedades Carminha estaba sonando todo el día; ahora, estoy con el último disco de Kase.O. Hoy [por el 23-11-16], acabo de entrevistar a Iván Ferreiro, con lo cual estoy obsesionada con las canciones de su nuevo disco... Es que canción favorita ahora mismo no te puedo decir.
Nos quedamos con Iván Ferreiro.
Venga, nos quedamos con Turnedo, de Iván Ferreiro.
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