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Vicente del Bosque: “Me cuesta decir que soy un buen ejemplo”

  • MARCOS MARTÍN / EDGAR MELCHOR
  • 13 oct 2016
  • 5 Min. de lectura

Podría presentar al exseleccionador del combinado español de fútbol enumerando todos y cada uno de los éxitos que ha cosechado; sin embargo, mi labor sería inútil (¿Quién no los conoce?). Más allá de los títulos, Vicente del Bosque (Salamanca, 1950) ha triunfado por cómo los ha conseguido. Por haber forjado un carisma inusual, que no deja de ser natural, en una esfera de ensueño. Alguien que se ha construido una coraza en una posición para nada exenta de críticas. “Soy una persona normal, como tantas hay en el mundo”. En lo primero, estoy de acuerdo... pero lo segundo es cuestionable. Así se define a sí mismo el salmantino, noble por nombramiento, afable por naturaleza.

¿Estás teniendo una transición dulce a la jubilación?

(Risas) Bueno, tengo muchas cosas que hacer: asuntos familiares, compromisos... sigo haciendo prácticamente lo mismo. Sigo viendo el mismo fútbol que siempre. Lo único que no tengo son los partidos, es decir, la responsabilidad de los partidos y lo que es la gestión de todos los días de ser seleccionador. Pero, por lo demás, sigo la misma rutina que hacía antes.

¿Te hubiese gustado otra despedida de la selección?

No no, qué va. Estoy encantado. Que la asamblea del fútbol español, todos los presidentes se levantaran y se pusieran en pie... en fin, que reconocieran todo el trabajo que habíamos hecho es una satisfacción grande. Estoy suficientemente cumplido. Todo el mundo conmigo ha estado genial, o sea, que no.

Me refiero a la parte final de tu etapa en el cargo, a los malentendidos.

No, malentendidos, no. La unanimidad es imposible. Tiene que haber una crítica, si no, es imposible. No les puedes caer bien a todos. Pero lo más importante es que he intentado hacer lo mejor para el Real Madrid, lo mejor en los 36 años que he estado en el club, lo mejor para la selección nacional... han sido ocho años en los que nos ha dado tiempo a todo. Me da tranquilidad saber que he intentado hacer las cosas bien, de la mejor manera posible, en la tarea de competir y en la de representar lo que era el fútbol español.

¿Cómo celebraste lo conseguido el 11 de julio de 2010? Te tuvo que cambiar la vida.

No, yo creo que no. Cumplimos con el protocolo que nos exigía ese día. Para un país muy futbolero, pero que ha estado muy alejado de los éxitos, era muy importante. No solo para el fútbol profesional, sino también para el fútbol amateur. En general, fue un buen momento para España que tuviéramos la suerte, porque tuvimos mucha suerte, de ganar ese Mundial.

Aquel grupo de futbolistas era un espectáculo, ¿el de ahora lo es más, o menos?

Más o menos. Yo creo que estamos metidos en un grupo de diez o doce países que podemos aspirar perfectamente a ganar. Pero ganar es muy difícil. Imagínate los años que lleva despegada Inglaterra de los grandes triunfos. Quitas a Alemania, Francia, este año Portugal... los demás países que son potencias no han hecho nada. Nosotros hemos ganado tres grandes campeonatos, no lo ha hecho nadie. Es impensable. Ese ciclo tenía que tener un final. Pero no fue un final tan negativo como lo pintan porque primero, había que clasificarse para Brasil y Francia. Lo hicimos de forma brillante. ¿Que en la fase final no estuvimos bien? Pues es cierto, pero solo gana uno y nos tocó perder. Aún así, estuvimos en la fase final de los dos grandes campeonatos.

Quizás era necesario perder para que la gente se diese cuenta de lo que se había conseguido.

No, yo creo que la gente se da cuenta. Hay que ser muy torpe para no ver que en el deporte no se gana siempre. Es imposible. Ni los grandes jugadores ni los grandes equipos ganan siempre. Lo más difícil de todo es educar a la gente para admitir la derrota. Admitir la derrota no es decir “es que nos entregamos” o “no luchamos”. No. Somos inteligentes y queremos ganar, pero hay que admitir la derrota. No está mal eso.

No se nos educa para el fracaso. Lo tememos como si fuera algo irreversible. Luego pasa lo que pasa.

Claro. Por eso creo que ese tramo de mi vida, en los últimos ocho años, he tenido tiempo de todo, de ganar y de perder. Eso te da una fortaleza emocional grande para aguantarlo todo. Ni regodearte demasiado en el éxito ni hundirte en el fracaso.

¿Qué has aprendido tú de las derrotas?

De todo. El fútbol y la vida en general se mueve por dos extremos: lo mucho muy bueno y lo muy malo. La normalidad no vende. Yo creo que he trasladado esa normalidad a una selección y a un grupo que está en el escaparate permanentemente. Y como he dicho, he intentado hacerlo de la mejor manera posible.

¿Te costó mucho digerir la del Mundial y la de la Eurocopa?

No no no. Pasara lo que pasara, tenía la decisión tomada. Me supo mal porque el presidente quería que siguiera, pero lo creí conveniente para la federación, para la selección y para mí. Era lo mejor.

Lo bueno y lo malo de Vicente del Bosque.

No lo sé. Yo creo que he sido un hombre de fútbol, un apasionado. He intentado hacer todo en la vida con bastante normalidad. No encuentro otra palabra. Ni soy un santo ni soy malo, soy una persona normal, como tantas que hay en el mundo.

En la vida hay que ser...

Un buen ejemplo. Y no sé ya si un buen ejemplo, me cuesta decirlo. Intento tener una buena conducta en todos los sitios. Ser normal. No se me ocurre otra cosa.

Si los árbitros son los que juzgan la situación de juego... en política, ¿hay buenos 'árbitros' en España?

Los árbitros de la situación política actual... pues yo creo que es la televisión. Los políticos están todo el día en la tele.

¿Y hay buenos 'jugadores'?

(Risas) No lo sé (risas). Está bien la transparencia y está bien que todo el mundo explique lo que va a hacer, pero todo el día en la tele me parece exagerado, de verdad.

¿Qué supone el fútbol en la vida de Vicente del Bosque?

Mi pasión de chaval, de jugar en la calle con mis amigos. Era feliz. No teníamos mucho. Teníamos un balón para jugar. Y luego ha sido mi profesión y mi diversión.

¿En qué se ha convertido?

Tampoco es tan distinto.

Es un negocio.

Sí, hombre, hay mucho más eco de todo lo que ocurre, como todo en la vida. Pero al final no te creas que hay tanta diferencia entre lo que era antes y lo que es ahora en lo que es verdaderamente la naturaleza de un vestuario.

¿No te ha quedado alguna 'espinita' de querer seleccionar a alguien pero que finalmente no lo hayas hecho?

Si no hemos traído a alguien, era porque no cabía. Queríamos llevar a tantos que era imposible. Con dolor hemos dejado fuera a algunos que deberían de haber venido o que no lo han hecho suficientes veces y se lo merecían.

Con otra generación hubiese sido más fácil.

Pues no lo sé, nos ha tocado desde el 2008 para acá... Pero lo más importante es que hemos sido imparciales en todo: en donde han nacido, dónde juegan... no nos ha preocupado eso. Hemos intentado traer a los que mejor nos venían en ese momento.

¿A qué futbolista te llevarías para cualquier equipo que entrenases?

Hay muy buenos. Es que no te puedo hablar de un jugador en concreto. Es imposible. En la época en la que estuve en el Real Madrid, tuve excelentes futbolistas, y ahora en estos últimos ocho años, han sido jugadores tremendos.

Una película.

El último día que estuve en Estambul vi El expreso de medianoche y me encantó.

Un libro.

Uno de un asesor de un presidente americano, Dov Seidman, se llama How. Es muy interesante.

Una canción.

Buf, de oído, cero... Una de Joan Manuel Serrat, por ejemplo.


 
 
 

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