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Rafa Guerrero: “La falta de respeto es un problema de la sociedad, no del fútbol”

  • Edgar Melchor y Marcos Martín
  • 19 may 2016
  • 9 Min. de lectura

“Que nunca pierdas el humor ni la ganas de vivir cada día, siempre hay algo que nos puede sorprender”, así es como Rafa Guerrero Alonso (León, 1963) puso broche a una conversación que precisamente a continuación empieza. Dándole vueltas a sus palabras... efectivamente, ese día me sorprendió él, un tío natural, alegre y con la palabra fútbol tatuada en la voz. Y me sorprendió porque es curioso ver como una persona que dedicó más de veinte años al arbitraje a nivel profesional... aguantando muchas tonterías, es capaz de ver el 'mundo de la pelota' de la forma más justa posible. Ahora mismo, juez de la vida, es capaz de sacarme una carcajada por cada par de frases que hila, esas mismas frases que también cose para... hablar de su pasión en la televisión o, incluso, para... ¡escribir poesía! Olvídate del “Rafa, no me jodas” porque Rafa Guerrero es mucho más que eso.

Dices que el arbitraje nunca es algo que sea vocacional, ¿por qué razón entonces decidiste hacerte árbitro?

Lo de 'vocacional' hay que ponerlo entrecomillado. La vocación se adquiere después. Desde la base, no hay ningún niño que vaya corriendo con un balón y quiera ser árbitro, yo todavía no he visto a un niño que, por naturaleza, quiera ser árbitro. Yo decidí ser árbitro porque ya había tocado todas las facetas: había sido jugador, entrenador, delegado... ya había vivido todo.

¿Antes que árbitro hay que ser futbolista?

Creo que sí. Llevaría muchísimo ganado. No puedes llegar desde un mundo ajeno al fútbol y dictar unas reglas... es mucho más complicado. Yo exigiría al que quisiera ser árbitro que hubiera sido futbolista en categorías base, saber lo que es disputar un partido durante, por lo menos, dos o tres temporadas.

Oye, has visitado cuarenta y ocho países gracias al fútbol y al arbitraje, claro... eres un auténtico privilegiado... ¿Con cuál de todos ellos te quedas?

Es difícil haciendo así un barrido rápido. Estuve arbitrando un mes en Japón. El país nipón me maravilló por muchas cosas, sobre todo por la educación.

Aparte de viajar tanto, de tantas horas de vuelo, ¿qué es lo que te ha aportado el mundo del fútbol, digo, para bien y para mal?

Me ha hecho vivir la vida de otra forma. Vivir deportivamente es algo que no tiene precio, me ha enseñado muchísimas cosas, sobre todo a saber andar por el mundo, que es muy importante, no por el mundo por viajar kilómetros, sino por salir a la calle para ayudar a quien lo necesita, por estar siempre ahí en las cuestiones solidarias. Eso es lo que me ha dado el deporte, más que nada, solidaridad.

Tú que trabajas en un colegio, y tienes contacto con ellos, ¿qué quieres decir con que “el fútbol es de los niños y a veces nos olvidamos”?

Sigo pensando que el fútbol es de los niños, y... ¿cuándo nos olvidamos? Pues muy a menudo, ves portadas, escuchas, lees cosas que no son propias, ejemplos que no son para los niños. Lo que hay que tener muy en cuenta cuando se va a criticar algo o a alguien es pensar que el fútbol es de los niños. Porque, por ejemplo, en la Liga de Fútbol Profesional entiendo que todo es dinero, como todo desgraciadamente en esta vida, porque es así y lo necesitamos, pero un partido a las diez de la noche no tiene sentido, una entrada a 100 euros no tiene sentido... ahí nos olvidamos de los niños... ¿cómo puede ir un padre al fútbol a ver un partido y que le cueste 200 o 300 euros? Nos hemos vuelto locos. Eso es a lo que me refiero, a que hay que ponérselo más fácil a los niños, que puedan ver a sus estrellas cerca, con ilusión... pero no podemos pagar los precios que se pagan por ver el fútbol en la situación en la que estamos.

¿Es más difícil convivir con los niños del colegio o aguantar a dos equipos de fútbol y a todos los aficionados comiéndote la oreja?

(Risas) La verdad es que me quedo con los niños siempre, pero, de todas maneras, lo otro también es llevadero, aunque sea desde un punto de vista más enrarecido muchas veces, que es el arbitral, porque estás solo, tienes todo en contra... Pero, aún así, hay que buscar la parte positiva. Yo creo que merece mucho la pena.

Qué poco han cambiado los modales de algunos aficionados en tus más de 20 años de arbitraje y aún sigue todo igual...

Los mismos, sigue igual, exactamente igual. Ese problema no es del fútbol, es de educación, es del colegio, es de la base, no le pongamos problemas al fútbol que no son de ello. La falta de respeto es un problema de la sociedad, no del fútbol.

¿Es la mayor lacra del fútbol?

La falta de respeto es la mayor lacra del fútbol y de la vida.

Tengo entendido que escribes... ¿sobre qué lo haces?

Escribo sobre lo que voy viviendo, comparándolo a mi infancia. Y también, otro apartado que me gusta mucho es la poesía, llevo muchísimos años leyendo y escribiendo poesía.

¿La prensa es justa cuando habla de los árbitros y del arbitraje?

No somos justos, nadie es justo en ese sentido, y yo me incluyo también. Porque, a veces, se está prejuzgando, o recordando un partido de hace cuatro años cuando 'Fulanito' arbitró... entonces esas cosas creo que no son buenas porque ponen en predisposición al aficionado y a todo el mundo. A mí me gusta mucho, por ejemplo, lo que hacen en Inglaterra, donde se sabe el día antes quien arbitra, y entonces así ya hay menos tiempo para críticas que no son justas.

¿Cómo vives este mundo desde dentro?

Es un mundo que no me imaginaba cómo podía ser todo. Es, aparte de apasionante, un mundo complicado, no sé si será más difícil arbitrar o escribir, comentar una noticia, dar una información... no sé con qué me quedaría. Me alegro de haber probado esta etapa porque nunca me imaginé que fuera tan complicada, tan delicada y de tanta importancia social.

¿Con quién te llevas mejor de El chiringuito?

Soy autónomo, entonces intento ir por mi sitio, con mis ideas y con mis historias. ¿Llevarme bien? Pues con todos, porque es un equipo humano, cada uno tiene sus ideas y su manera de ver el fútbol y la vida, y eso hay que respetarlo, aunque a veces nos ponemos un poco más nerviosos de lo habitual y pido disculpas porque el espectador no se merece eso. Pero es que aquí no hay nada preparado, no hay nada organizado y eso es lo que realmente tiene pureza... nos veis tal cual somos.

Precisamente, la escena que te ha hecho tan mediático, la del “Rafa, no me jodas”, la protagonizaste con Mejuto González, el árbitro con el que, según tú, has tenido peor conexión... ¿Es coincidencia? ¿A qué se debía ese poco feeling con Mejuto?

No lo sé, quizás el feeling no lo marcamos nosotros, se hace. Se puede ayudar, se puede intentar, pero no fue la persona que yo en un momento dado esperaba, a lo mejor él de mí tampoco... no hubo el feeling que hubo con otras personas. Y de ahí vienen cosas que a veces se transportan al propio campo... si tú ya has visto algo, no hace falta que comprometas a nadie más.

¿Cómo fue el regreso a casa después de aquel Zaragoza - Barcelona?

No lo recuerdo.

¿No lo recuerdas?

Hay cosas que he quitado de mi memoria y de mi agenda, entonces no recuerdo. Prefiero quedarme con lo bonito porque fue un trago bastante amargo.

¿Sigues conservando aquel banderín?

Pues sí, la verdad es que lo sigo conservando y ahí quedará para la historia porque no había nada electrónico todavía, es el palo de una escoba... es una reliquia para mí. Muchos recuerdos en sesenta centímetros de palo.

¿Solías pensar mucho sobre tu actuación arbitral después de cada partido?

Sí, sí, por supuesto, los regresos son muy duros. Cuando en alguna jugada te equivocas o cuando realmente no sale como quieres... los regresos a casa son muy difíciles después de cada partido. El día siguiente, siempre tenía la sana costumbre de revisarme el partido y ver en dónde me había equivocado, en detalles, en gestos o en cosas que había que mejorar. Eso te lo tienes que hacer tú solito, aquí no hay un equipo detrás donde entrenas cada día, te ves cada día... el arbitraje sigue siendo soledad.

¿Solías tener alguna manía o alguna costumbre antes de empezar cada partido?

(Risas) Sí, siempre hay alguna. Que se pueda decir, pues... hombre, hoy se puede decir y hacer todo (risas). Tenía un pequeño ritual de música para meterme en materia, sin una canción era difícil saltar al campo.

¿Y qué canción ponías?

Me llaman el desaparecido, esa me la ponía Iturralde (risas).

Se escucha por ahí que “los árbitros siempre benefician al grande”, ¿es verdad eso?

Me duele oír eso. He arbitrado tantas veces a grandes y pequeños... y personalmente no estoy de acuerdo y quien así lo piense que deje el arbitraje. Creo que no es así, y yo apuesto por los compañeros que están que piensan que no es así. ¿Qué pasa? Que es más fácil que te equivoques cuando un equipo pisa el área cuarenta veces que cuando un equipo pisa el área una vez... es simplemente una cuestión de porcentajes. Eso de 'ayudar al grande' no tiene sentido en el arbitraje.

¿Qué partido te hubiese gustado arbitrar en tu vida?

Una final de la Copa del Mundo, es algo con lo que tocas el cielo con los dedos. Pero nunca me ha quedado remordimiento porque hice de todo, no me ha quedado esa espina clavada, pero es cierto que ese es el cénit que todo el mundo quiere.

¿Cuál ha sido el jugador más correcto dentro de un terreno de juego con el que has coincidido?

Hoy, por ejemplo, te diría que Juan Carlos Valerón es de lo mejor que me he encotrado en mi vida. Hay otros muchos...

Raúl, supongo...

Raúl... hay un elenco que da gusto. Y hay otros que en esos noventa minutos en el campo de batalla van a defender lo suyo, pero el futbolista es educado por naturaleza. Son casos aislados los que te encuentras de mala educación.

Y ahora que sacas el tema, ¿y el que te lo ha puesto más difícil?

Quizás por su sistema de juego, por su entrega, por su valor, por todo... me lo ha puesto difícil de narices en muchas muchas ocasiones Samuel Eto'o. Tenemos una gran amistad y le tengo un gran cariño.

¿Te has hecho amigo de alguno de ellos, vamos... que si te has ido de cañas después de un partido?

Después de un partido, no, pero sí he ido de cañas sin haber partido. Por ejemplo, tengo una estrecha relación con Íker Casillas en la parte más solidaria, hemos hecho cosas solidarias juntos. No sé cómo será como futbolista, porque yo no voy a valorarlo, es un campeón del mundo, y ahí está, que cada uno piense lo que quiera, pero como persona es un diez.

¿Con qué árbitro de nuestra liga te identificas más?

Decir un árbitro solamente es complicado. Me identifico con aquel árbitro que entiende el fútbol también desde la parte del jugador, con el que intenta cortar el juego poco, dejando jugar bastante castigando las entradas duras y violentas, pero no los contactos cada poco.

¿Qué mejorarías a día de hoy en el arbitraje español?

Hay cosas que mejorar. De todas maneras, el arbitraje español está a un nivel increíble a nivel mundial. Son árbitros requeridos por todo el mundo, pero sí se pueden mejorar cosas. Creo que la FIFA, en este caso, tiene que ayudar en la cuestión de los medios tecnológicos actuales... es importante, por lo menos, el del gol fantasma... saber cuándo entró o no un balón, es necesario ya, llega, por supuesto, con retraso. Lo que no me gusta es que se vuelva a rearbitrar continuamente un partido y que haya parones prolongados, me gusta que todo lo que sea sea rápido y eficaz, porque al fútbol no le puedes quitar esa parte de pureza. Es como un jugador que falla un penalti porque lo falló o una falta, o un pase... entonces, si tuviera un ordenador, quizás lo haría perfecto. No veo la ayuda, por ejemplo, del árbitro de línea de gol, no veo esa función tan bien como parecía que iba a ser en un principio.

Haciendo honor al nombre de la revista, ¿qué es la chispa de la vida para Rafa Guerrero?

La chispa de la vida es lo que estamos haciendo ahora mismo. Es explayarte en una entrevista, decir lo que sientes y lo que piensas, y, sobre todo, tener un motivo para vivir cada día porque o nos llenamos un poco de fantasía o nos morimos en el más absoluto de los olvidos. Tenemos que reír y abrazarnos porque la sociedad carece mucho de eso. Estamos continuamente con la mano en el claxon, siempre nos preocupamos por cosas que son banales... tenemos que estar más juntos en muchas cosas porque la vida es un soplo, y la vida necesita una chispa que tenemos que buscar. Tenemos que tener chispa para todo.

Una película.

El bueno, el feo y el malo... es como un equipo arbitral (risas).

Un libro.

Once minutos, de Paulo Coelho.

Una canción.

(Risas) ¿Puedo repetirla? Me llaman el desaparecido, de Manu Chao.


 
 
 

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