Patricia Ramírez: “No se nos educa para elegir aquello que queremos en la vida”
- EDGAR MELCHOR / MARCOS MARTÍN
- 7 abr 2016
- 6 Min. de lectura

Nadie sabe mejor que uno lo que pasa por nuestra cabeza. Nadie sabe el porqué de tantos '¿por qué?'. Nadie entiende eso que camina por ahí arriba. Sin embargo, todos sabemos que nuestra forma de pensar es el motor de la vida, la razón de cada uno de nuestros pasos. Patricia Ramírez Loeffler (Zaragoza, 1971) es psicóloga deportiva y de la salud o, lo que es lo mismo, una de esas personas que trata de meterse de lleno en esa azotea en la que hay peleas constantemente desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Y, lo cierto es que, poco a poco, es una perfecta escudera para ayudar a los guerreros a ganar batalla a batalla. Con los del Real Betis Balompié, los del RCD Mallorca, los del Club Baloncesto Granada y los del Balonmano Antequera, entre otros, ya lo ha conseguido. Y, ahora, si sigues leyendo, ganarás esa pequeña lucha que tienes dentro y serás tú mismo el vencedor de tu batalla.
Tu día empieza saliendo a correr bien temprano por la mañana. ¿De dónde sacas la fuerza de voluntad?
Cuando algo te gusta, no tiras de fuerza de voluntad. A mí, me gusta madrugar y me gusta correr.
Tú misma dijiste que “el equilibro está en estar donde estás”. ¿Qué importante, no? Sobre todo, ahora, cuando en una mesa estamos todos pegados al teléfono…
Para estar donde estás, tienes que entrenarte. Requiere apagar el cerebro multitarea para estar solamente en el presente y concentrarte en lo que estás haciendo alejándote de todo aquello que te quita la atención. Eso supone, por supuesto, un acto de voluntad y, además, es necesario trabajar técnicas como la meditación.
¿Cómo consigues mantener la chispa de la vida cada día?
Me dedico a lo que me apasiona. He ido tomando decisiones en mi vida relacionadas con mi escala de valores y con mi felicidad: he estudiado lo que me gusta, me dedico a lo que me gusta, elegí tener hijos y estoy orgullosa de ello, elegí detener las relaciones de pareja que no funcionaban... he estado y estoy en la continua búsqueda de la felicidad.
Entonces, la pasión en tu trabajo es fácil porque haces lo que te gusta, pero es raro que eso nos suceda a todos… ¿cómo puede motivarse alguien al que no le gusta su trabajo o, lo que es peor, alguien que no lo tenga?
La motivación no puede estar siempre en las cosas de fuera. A lo largo de mi vida, en mi trabajo también he hecho cosas que no me gustaban, y lo que he intentado es tratar de disfrutarlas y buscarles un sentido. Está claro que no todos podemos elegir... bueno, o no se nos educa para elegir aquello que queremos en la vida, que yo creo que habría que hacerlo desde pequeños con los niños, dejarles que elijan cosas que les apasionan. Los padres tienden a llevar a los hijos por el camino que ellos creen que les conviene y por eso muchas veces les están cortando las alas de la pasión. Pero en el momento en el que tú estás desarrollando un trabajo que realmente no te gusta y en el que no te ves ahí toda la vida, yo lo que haría es intentar buscar una formación complementaria que algún día me permitiera dejar una cosa para pasarme a la otra. Y, si no es así, como el trabajo tiene una serie de horas al día, pues intentar hacerlo lo mejor posible y saber que ahí tengo un salario que me permite conseguir otro tipo de vida.
Sueles hablar de las habituales preocupaciones inútiles, esas que realmente no dependen de nosotros, como que alguien nos quiera toda la vida o que mantendremos un trabajo para siempre... ¿cómo se deberían afrontar?
No se deben afrontar. Aquello que es inútil simplemente se debe aceptar. Tenemos que aprender a aceptar que esas cosas pueden pasar o no. Lo que no hay que hacer con ese tipo de preocupaciones es 'rumiar', ni darle valor, ni hacer un juicio valorativo... no debemos dialogar con ellas, tenemos que dejarlas estar y contestar con un simple “vale, bueno, pues ya está, si tiene que ocurrir, pues ya ocurrirá”.
Como dices: “El sistema educativo fomenta el individualismo: sacar tu nota, sacar tu examen…”, pero, ¿por qué siempre cuando nos ponen a trabajar en grupo nos quejamos y hay tantos problemas?
Justo por eso, porque el sistema educativo fomenta el individualismo y cuando nos ponen a trabajar en grupo... pues no sabemos. La gente se queja porque no sabe, porque no le han enseñado a priorizar el objetivo grupal, no le han enseñado a cooperar, le han enseñado a competir.
¿Tener algo de ansiedad es bueno hasta cierto punto?
No, tener ansiedad no es bueno. Tener tensión o estar activado puede ser positivo para disfrutar una situación que requiere ese estado de activación. La ansiedad ya sabemos que es una respuesta que solamente va a funcionar cuando tenemos que ponernos a salvo. Es una respuesta evolutiva y sana si permite ponernos a salvo de una amenza real. En cualquier otro caso, la ansiedad no la necesitamos para nada.
Es decir, ¿habría que tener ese punto de nerviosismo, por ejemplo, antes de un examen, antes de un partido?
Sí, pero no lo llamaría nerviosismo, lo llamaría tensión. Es un nivel de activación que permite un nivel de atención mayor.
¿El orgullo es algo que nos tiene presos a la mayoría o suele hacer bien su trabajo en nuestra mente?
El orgullo es positivo si nos lleva a esa sana ambición de querer superarnos. Se convierte en algo negativo cuando nos impide, por ejemplo, pedir perdón o reconocer cosas que tenemos que reconocer, o cuando nos distancia de las personas.
¿Es malo ser demasiado optimista?
Todo lo que es demasiado puede ser malo. Está claro que el optimismo tiene muchas ventajas, pero aquella persona que cree que todo es maravilloso, que todo es happy, que todo es genial... puede ser que ningunee algún peligro real que exista. Todo debe estar en equilibrio.
¿Cuánto puede aumentar nuestro rendimiento si tenemos salud mental?
Depende. Si tú tienes el talento de Messi, puede ser que lo aumente menos; si es alguien con menos talento, pues igual sus variables psicológicas pueden ayudarle más.
¿Qué es lo que más te preguntan los deportistas que acuden a tu consulta?
El deportista que acude por primera vez normalmente lo hace por un problema de confianza. En algún momento ha perdido la confianza y está dudando, y esa duda impide que compita y dé su mejor versión.
¿Suelen pedirte ayuda algunos árbitros también?
Algunos, pero menos.
¿Y con qué problemas?
Por la gestión de la responsabilidad.
¿En qué debe pensar un deportista antes de cada partido?
El deportista tiene que estar focalizado en el presente y tratar de disfrutar. Tiene que pensar en aquello que debe hacer y que debe sentir.
¿Cómo perder, precisamente, el miedo a perder?
No debemos pensar en perder ni tampoco en ganar. Yo siempre oriento a la gente para que no piense en el resultado, sino para que esté centrada en su rendimiento. Perder no es algo que dependa solamente de uno. El deportista tiene que estar centrado en qué tiene que hacer para dar su mejor versión, ya luego el resultado es algo que no depende siempre de nosotros.
¿Qué pondrías en un pósit para levantar a un deportista que se acaba de lesionar de gravedad?
“Tranquilo, que esto forma parte del juego y será algo temporal”.
¿Y las lesiones acaban madurando a las personas o acaban 'quemando' a la mayoría de ellas?
Depende del tipo de consecuencia que tenga la lesión. Si uno, después de una lesión, está preparado para jugar y se siente bien, seguramente le refuerza porque habrá aprendido a cómo salir de una situación dura. Pero es que hay gente que después de una lesión no se queda igual que antes, entonces, ahí, te habrá amargado más que madurado.
¿Eres la psicóloga de tu familia?
En la familia, soy madre, pareja y amiga. Intento enseñarles las herramientas que hay en la psicología; les hablo mucho de la investigación, de la ciencia, neurociencia...; les animo a que comprendan sus comportamientos y tengan autonomía... pero no me comporto como una psicóloga en sí.
¿Quién podría ayudar psicológicamente a Patricia Ramírez?
(Silencio). Nunca me lo he planteado, pero si tuviese que planteármelo, acudiría a mi amigo del alma y que fue mi socio, Alfonso. Pero no he ido nunca a un psicólogo la verdad.
¿Sería un psicólogo capaz de tratarse a sí mismo?
(Silencio) No lo sé... igual yo nunca he tenido que ir a un psicólogo porque he ido aplicando las cosas que les he enseñado a los pacientes. Quizás, de tanto entrenarlo con ellos, no me ha hecho falta ir a uno. Pero lo que sí es cierto es que soy muy coherente y aquello que yo predico en la consulta me lo suelo aplicar.
Una película.
Cualquiera de Woody Allen.
Un libro.
Una canción.
Comments